sábado, septiembre 19, 2009



Te extraño, campo.
Y a los girasoles amarillos en abril.
La ropa sucia, el pelo alisado con tierra.
La soledad se aguantaba mejor, porque allá estabas sola
y no eras nada,
y entre los caminos y el cruce de los alambrados,
el tiempo se te iba.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y sí.
El campo a veces nos reconcilia con el mundo.
Nada más lindo.

Natalia Molina dijo...

así es y fue y será. no hay con que darle: se extraña lo entrañado.