Y entonces mamá dijo: eso es un satélite, no cuenta como estrella.
Y dejé de contar.
El senderito que bordeaba la barranca estaba como pegajoso: “son las señales que dejan los Extraterrestres”,pensé,
y me agarré de su mano.
Era una suerte que estuviéramos ahí, las dos juntas
escuchando los tiros que venían de lejos
y el silencio de las liebres.
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